
Autores: Por Nicolás Alonso y Tamara Zotelo Ulfeldt
En estos días de aislamiento social obligatorio podría pensarse a quiénes les está resultando más difícil y a quiénes más fácil acostumbrarse a esta medida. Rápidamente podríamos considerar que a los sociables les es más complicado que a los huraños. Pero con el paso de los días a la gran mayoría nos empieza a afectar el encierro, revalorizamos la vida social e incluso aparece la pregunta: ¿Alguien podría elegir vivir así?
Sí, los Hikikomori.
Hikikomori es un término acuñado en 1998 por Saito Tamaki y se refiere tanto al individuo como al fenómeno en sí. Este psiquiatra japonés lo describió por primera vez en su libro “Adolescencia sin fin”.(1) Para él estas personas eran quienes se convertían en reclusos en su propia casa durante al menos seis meses. Para Saito los individuos con este síndrome no presentaban otros síntomas psiquiátricos que pudieran explicar el fenómeno de aislamiento social y no encontraba una correspondencia directa con las clasificaciones diagnósticas occidentales (DSM, CIE10). Saito, ideó la palabra hikikomori a partir de un verbo compuesto ya existente es su lengua natal: Hikikomoru. Este verbo está formado por dos caracteres en el japonés original, acá hay confiar en la fuente: hiku (retraer o retroceder) y komoru (aislarse) (14)
Desde su primera descripción hasta la actualidad los casos han ido en aumento y el aislamiento ya no es una excepción en la sociedad japonesa, superan el millón de personas. En una encuesta nacional de japón del 2015 se estimaron 541.000 hikikomoris de edades comprendidas entre los 15 y los 39 años y para 2018 se realizó otra encuesta a personas de 40 a 64 años que estimó que 613.000 personas en ese rango de edad viven como auto-recluidos sociales.(2,3,22) Tampoco parece ser un fenómeno transitorio: en esta misma encuesta más de la mitad de los hikikomori respondieron que lo habían sido durante más de 5 años, el 12,7 % durante 20-29 años y 6,4 % dijo que lo había sido durante 30 años o más.
En una revisión de este año (4), Kato y cols. proponen criterios diagnósticos para enmarcar al, también llamado, retraimiento social patológico. Estos criterios incluyen: a) marcado aislamiento social en el hogar b) duración del aislamiento social continuo de al menos 6 meses c) deterioro funcional significativo o angustia asociada con el aislamiento social. Pre-hikikomori serían aquellos que tienen aislamiento social de al menos 3 meses pero sin llegar a 6. También existe la categoría de semi-hikikomori, que no cumplen con todos los criterios propuesto o formas leves en las que hay salidas ocasionales en la semana (14). En su mayoría quienes tienden a aislarse son varones y predominantemente hijos únicos o primogénitos. La edad de inicio típica suele ser durante la adolescencia o la edad adulta temprana aunque también se ha descrito, en amas de casa e incluso en ancianos. En estos últimos se asocia con el kodokushi o muerte solitaria, otro extendido fenómeno japonés de personas que mueren solas y nadie se anoticia durante un largo período de tiempo. Si bien el eje central está puesto en la reclusión en el hogar, se ha eliminado el requisito de evitar situaciones y relaciones sociales. Kato (4) señala que aunque es característico que tengan pocos vínculos significativos muchos niegan evitar la interacción social (diferenciándose de la Ansiedad Social).
Los amigos que aseguran tener en su mayoría son personas que no conocen por fuera de juegos online y redes sociales (14). Las sociedades orientales son de las más hiperconectadas, podría pensarse que los hikikomoris reemplazan la vida social por una vida virtual. En este punto la información disponible se vuelve contradictoria. Por un lado la mencionada encuesta muestra que las personas retraídas socialmente usaban Internet o jugaban a videojuegos menos que la población general. En los relatos de lo que hacen los hikikomori mientras están encerrados se incluyen informes de que no hacen “nada en absoluto” (5,6). Por otro lado, modestos reportes (7,8) han sugerido resultados positivos para la asociación entre adicción a internet, teléfono inteligentes y juego online con las tendencias de aislamiento. En dichos estudios se plantean modelos conceptuales de dos vías: el aislamiento social patológico crea adicción a internet y/o el uso excesivo de internet crea hikikomori.
En revisiones posteriores a la primera definición de Saito la ausencia de patologías psiquiátricas se puso en duda. Se postuló entonces que algunas personas que cumplian con los criterios de propuestos poseían primariamente condiciones que explicaban su conducta (14) o comorbilidades psiquiátricas vinculadas. Encontrándose en mayor frecuencia asociación con los trastornos psicóticos y depresivos, seguidos por los trastornos de ansiedad y de personalidad. Además proponen a este fenómeno como una conducta parasuicida, por lo que lo consideran como factor de alto riesgo para el suicidio. (14)
En Japón, la ruptura de las interacciones sociales parece no ser una novedad y se ha tomado como una forma particular de vida. Los recluidos en la montaña y los ermitaños han constituido entidades misteriosas a lo largo de la historia cultural del país. Los actuales hikikomoris son personajes que suelen aparecer en las producciones creativas más conocidas de Japón: el manga (novelas gráficas) y el anime (series de animación), siendo protagonistas de algunas de ellas. N.H.K. ni Yōkoso! es un anime con bastantes adeptos que originalmente fue publicada en versión gráfica. Esta serie no sólo muestra la vida de un hikikomori desde sus pensamientos y fobias sino que busca realizar una crítica a la sociedad incomunicada y al bombardeo diario de publicidad y contenido superficial en los medios. Otro ejemplo es Chaos;Head, donde el protagonista se define a sí mismo como otaku (fanático)y hikikomori. Este anime, con un tono más fantástico y de suspenso tiene su versión original en un videojuego del mismo nombre. Rozen Maiden y Eromanga Sensei son otros ejemplos de anime con esta temática. Las series de animación y las historietas son productos de consumo masivo en japón y traspasando fronteras llegan al resto de los países. Es a través de ellos que el resto del mundo suele conocer algunas características de la sociedad nipona, no es de extrañar entonces que el primer acercamiento a los fenómenos culturales de este país sea a través de estas expresiones artísticas. Existen también publicaciones virtuales creadas por grupos de hikikomoris y ex hikikomoris: Hikikomori News y Hikipos. En ellas apelan a compartir sus experiencias en pos de ser comprendidos (22). En Hikipos incluso puede leerse una entrevista con un hikikomori Argentino.
La sociedad nipona viene teniendo un envejecimiento poblacional sostenido. Característicamente tiende a formar grupos y estructuras sociales que se arraigan en los preceptos confucianos. Para los estudios de psicología cultural (9) en entornos conformistas, las estructuras y prácticas sociales motivan a los individuos a adaptarse a la situación en lugar de influir en ella y a mantener la armonía social en lugar de interrumpirla destacándose. También evidencian la tendencia a afirmar la interdependencia con los demás en lugar de propiciar la independencia personal. Japón es una de las sociedades conformistas por excelencia.
Uno de los valores imperantes es el sekentei, la reputación social y la consiguiente presión que implica mantener estándares en y para la comunidad. Otro factor es la amae, una dependencia permisiva que caracteriza las relaciones japonesas. Este complejo concepto se relaciona con la creencia que los padres lo perdonan todo y es una de las herramientas para mantener la armonía en la sociedad (10,11,14)
La costumbre dice que los hombres no suelen mudarse de la casa familia, mientras que las mujeres jóvenes tradicionalmente viven con sus padres hasta el matrimonio y al casarse toman las responsabilidades de la familia del marido. El sistema perpetuación familiar tiene suma importancia. El apoyo para los hijos espera ser retribuido por respeto y honor, el deber de los hijos (varones) es cumplir con su rol social de conseguir un trabajo, casarse y de cuidarlos en la vejez. (12,13). Otro de los valores característicos es el haji (vergüenza). Para esta sociedad, cuando uno se encuentra en una situación vergonzosa el querer desaparecer es un comportamiento considerado virtuoso. El ejemplo extremo de las consecuencias del haji es el seppuku o harakiri, suicidio ritual que realizaban lo samurais. Hay quienes interpretan el aislamiento social de los hikikomori como un equivalente de este ritual (14).
El sistema educativo tiene fama de rígido y altamente exigente.Es valorado por permitir las condiciones para conseguir buenos empleos e ir moldeando las expectativas familiares. Aquellos adolescentes con fracaso escolar, tímidos, sin muchas habilidades sociales y que reciben bullying son quienes comienzan a aislarse (15). En la reciente historia japonesa hubo un quiebre económico y social. Aquella generación de padres de clase media que habían disfrutado de una carrera exitosa se encontraron durante los 90 criando sus hijos en una economía en picada y en medio de una creciente inestabilidad laboral (13, 16). Se gestó así una nueva generación de jóvenes en la que sólo una parte encontraba trabajos satisfactorios, los jóvenes de la llamada “década perdida” (18). A esto se le suma la creciente globalización y la permeabilidad a los valores individualistas occidentales.
“…El estancamiento económico y la globalización están haciendo que las tradiciones colectivistas y jerárquicas de Japón entren en conflicto con la visión más individualista y competitiva de Occidente. Los padres japoneses sienten una fuerte obligación de apoyar a los niños pase lo que pase y a menudo, la vergüenza les impide buscar ayuda…” dice Kato en una entrevista a la BBC (13).
Si bien el fenómeno de los hikikomori es reconocido como un síndrome cultural, en diferentes estudios se reportaron casos en Estados Unidos, China, España , Francia y Brasil. De hecho se propone pensarlo como un síndrome ligado a la sociedad moderna. Aunque con sus diferencias, muchas veces se ve relacionado al fenómeno de los hikikomori con el término británico NEET (Not in Employment, Education or Training) equivalente al español NiNi (ni trabaja, ni estudia)(9,13). Términos utilizados en las últimas décadas para describir a los jóvenes que habiendo terminado sus estudios básicos no tienen trabajos estables y siguen viviendo con sus padres (11,12,17).
En suma, el caldo japonés para la irrupción de los Hikikomoris tiene ingredientes que incluyen fuertes valores sociales y familiares. Hay una fuerte presión para que el joven nipón forme una familia, tenga trabajo y cumpla con todas sus obligaciones. Todas estas normas que eran aceptadas de forma natural por las generaciones anteriores, parece que resultan asfixiantes para algunos de los jóvenes actuales. Es posible que la condición de hikikomori surja como una estrategia de afrontamiento frente a situaciones de estrés. La reclusión aparece entonces como un alivio, una línea de fuga que los confina en sus cuartos donde no les juzgan ni demandan.
Saito ha tuiteado “Gracias a la nueva epidemia del corona, se puede ver qué tan fuerte es un hikikomori” y es tomado por un artículo de la Revista Hikipos. Allí plantean: “La propagación del coronavirus ha confundido los sistemas sociales y la vida cotidiana. Sin embargo, durante el desastre, creo que podríamos echar un vistazo a las posibilidades futuras que revelan el hecho de que la estructura del mundo está cambiando”. Reivindican el estilo de vida a lo hikikomori y auguran que este puede ser el estándar de vida futuro.
Por lo pronto, la propia casa es un refugio. Para los “desadaptados” hikikomoris y para hacer cuarentena y no contagiarte de coronavirus.
- Saitō, T., & Angles, J. (2013). Hikikomori: Adolescence without end. Minneapolis: University of Minnesota Press.
- Hacia los 10 millones de ‘hikikomori’: la visión de Saitō Tamaki
- Japón tiene más de un millón de ‘hikikomori’
- Kato, T. A., Kanba, S., & Teo, A. R. (2020). Defining pathological social withdrawal: proposed diagnostic criteria for hikikomori. World psychiatry : official journal of the World Psychiatric Association (WPA), 19(1), 116–117.
- Dziesinski, J (2003) Hikikomori: The Problematic of Escape and Isolation of the Modern Culture from Social Reality to Digital Orientations
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- Kato, T. A., Shinfuku, N., & Tateno, M. (2020). Internet society, internet addiction, and pathological social withdrawal. Current Opinion in Psychiatry, 33(
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- Sugai M. Hikikomori; an anthropological overview.February 2016
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- Peñas E. Hikikomoris o los ermitaños del siglo 21.Ethics. 4 de febrero 2016.Hikikomori o los ermitaños del siglo XXI – Ethic
- Why won’t 541,000 young Japanese leave the house?
- Mckirdy, Andrew (2019) The prison inside: Japan’s hikikomori lack relationships, not physical spaces. Tokio, Japon. JapanTimes. https://www.japantimes.co.jp/life/2019/06/01/lifestyle/prison-inside-japans-hikikomori-lack-relationships-not-physical-spaces/#.XqTBnClKjIW
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